Al referirnos a las Pulperias precisamos recordar algunas versiones diferentes de las mismas.
Existieron aquellas pulperias que eran como grandes almacenes mayoristas de “ramos generales” tb. vendían indumentaria para el gaucho y hasta produtos utilizados en los campos. Otro enfoque de las mismas pulperías, era el bálsamo, el punto de encuentro, la posibilidad de hablar con alguien después de tanta soledad ,galopeando leguas y leguas de pampa semi desértica.
Finalmente, aquellas pulperías eran la chance de alimentar a los caballos, de cambiar de caballo y continuar camino.
Naturalmente, corria suelta el aguardiente, era ofrecida la copa y compartida en rueda. El vino que llegaba de Europa era “ bautizado” con agua por un antiguo y permanente espíritu de ventaja. Los vinos europeos puros eran privilegio de las clases aristocráticas.
Algunas pulperías tenían pista de baile, espacio para juegos como taba ,bochas, truco, perinola, corriguela, faraón, baceta y otros. Los inspirados guitarreros hacían duelo de payadas. Algo así como contrapuntos donde lucian sus facones con grande valentia.
Existen infinidad de anécdotas relacionadas a las pulperías y en la Literatura argentina podemos disfrutar innúmeras referencias.
Finalizando este “plumazo” sobre las pulperias no puedo dejar de reverenciar la anecdótica figura del Pulpero.
Personaje hábil, rápido, observador, conocedor del campo y mucho más del gaucho. Practicaba el trueque, la yapa y el infaltable “ cuaderno de anotaciones”. Una contabilidad casera pero minuciosa y efectiva.
Les propongo disfrutar de la literatura gauchesca, más precisamente El Martín Fierro de José Hernandez.
Fonte: El Historiador